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Fresas de Monza
En el motorhome de McLaren el champán frío Moët Chandon esperaba en la tarde del domingo en afiladas copas. Justo al lado, sobre la barra, enormes platos de fresas para acompañar el espumoso. En mitad del caos judicial, los responsables de protocolo del equipo decidieron celebrar el cuarto doblete del curso, aunque el ganador no era el chico de la casa. La entrada de los dos pilotos reflejó el ambiente interno de la escudería. Cuando Lewis Hamilton, líder en el Mundial y segundo en Monza, cruzó las puertas automáticas de la caravana, un sentido aplauso brotó de los invitados.
Personajes 'vips', familiares del inglés, amigos de la casa... Todos jalearon al debutante, elegante en la respuesta. Minutos después, llegó Alonso. Primero, segundos incómodos de silencio. ¿Nadie aplaude? Sí, dos españoles, copa en mano, deciden dedicar un modesto tributo al campeón. Sus aplausos animan a los demás, sin excesiva euforia por felicitar al primero en la carrera. Lisa Dennis, la mujer del jefe, divina, se dio cuenta del gesto y decidió acercarse después al español. Le cogió la mano con dulzura.
En McLaren falta disimulo en un momento tan delicado, con una guerra deportiva instalada en medio del escudo y una amenaza judicial aguardando a la vuelta de la esquina. Será complicado el equilibrio en las próximas cuatro carreras, con el Mundial en juego entre Alonso y Hamilton. El campeón español ha decidido aislarse y pisar el acelerador: 'He metido una marcha más'. Espera que su experiencia y talento le empujen al tercer título, cuando más difícil se ha vuelto todo. Ya es la sombra del sensacional debutante, soplando a tan sólo tres puntos.
