Es una leche tener este nombre y este apellido en ciertas ocasiones. Esta es una de ellas. Uno siente la necesidad de defender su casa y sus principios y te pesa a sus espaldas esa carga que te recuerda que has de dar ejemplo y no mezclarte. Pero luego está la influencia de ese otro yo, con sus miserias y sus virtudes, la del ciudadano de a pie con derecho a queja. Y es a ésta a la que me acogeré.
Estimado DISIDENTEN, mis cajones no están de moda, jamás lo han estado de la misma manera que jamás fueron aceptados. Mis “denominadas” ventas anuales se reducen a una cifra idéntica que la de cualquier otra firma, por mediocre que sea, tiene en menos de una semana. Todo esto os daría de pensar, ¿entonces para que trabajas?, ¿para que te esfuerzas?
Es la misma pregunta, año tras año, cuya respuesta queda pendiente, menos hoy:
Probablemente, aunque sea una definición de mi mismo que me molesta mucho, es por mi condición de artista. Podéis buscar las mejores ofertas económicas y rodearos de los mejores pelotilleros, pero si lo que queréis es mejorar vuestro arte hay que recurrir a la venganza. Venganza de quienes se rieron de vuestros proyectos, de las exnovias que ridiculizaron tus ganancias, de los amigos y familiares que os aconsejan bajar de las nubes y de los musiquillos que te auguran malos tiempos por no besar el suelo que pisan. Por motivos como estos se siente la necesidad de mejorar, no por convencerlos de tu supuesta valía, tarea absurda, sino a ti mismo.
¿Cuántos constructores escribirían en un foro?, ¿Cuántos se someterían a la posibilidad de perder clientes o seguidores por participar en ellos?. Yo creo que ninguno, la codicia tira demasiado.
Cada vez que se me incluya en el mismo grupo del resto de exitosos constructores saldré a reivindicar mi derecho de ser expulsado de éste, porque si se me reconoce y respeta en su medida justa son por motivos muy diferentes. ¡Y debería de ser considerada esta pena como un triunfo!.
Queridos amigos, en este mail hablo como hombre, y juro por mis muelas que recuerdo a cada uno de los que me han confiado su instrumento, estén en el lugar del planeta que estén. Jamás los abandono. Se bien cual es mi lugar en este oficio, y mis objetivos. No existe el día en que no piense en dejar de hacer CAJONES, pero para quienes me siguen de cerca, un mensaje tranquilizador: Me sobran huevos para seguir en esto.
El joven aprendiz de pintor que ayer mismo
Juraba que mis cuadros eran su catecismo
Hoy, como ve que el público empieza a hacerme caso,
Ya no dice que pinto tan bien como Picaso.
En cambio la vecina que jamás saludaba
Cada vez que el azar o el ascensor nos juntaba
Vino ayer a decirme que mi última novela
La excita más que todo Camilo José Cela.
¿Y qué decir del manager audaz y decidido
que no me recibió, que siempre estaba reunido?
Hoy, moviendo la cola, se acercó como un perro
A pedir que le diéramos vela en este entierro
Y yo le dije: no,
No, no, no, no, no, no
Ya está marchita
La margarita
Que en el pasado he deshojado yo.
Joaquin Sabina
Con estos versos de Sabina me despido. Muchos músicos, tiendas, constructores y distribuidoras se sentirían aludidos con ellos si lo leyeran en este post. Siempre y cuando dejaran por momentos la acción de hacer dinero para leeros y conoceros en los foros.
Gracias por la oportunidad de expresarme.
Germán Ocaña