Cuidado con las moscas
- Hola, ¿podría darme un paquete de
caramelos? -
- Bueno... tenemos muchos tipos de dulces en la tienda, ¿podría ser usted más específico?
- He dicho si podría darme un paquete de caramelos, si hubiera querido ser más específico lo habría sido desde el principio, que tonto no soy, oiga.
- .... pe-pe-pero señor, tenemos chicles, nubes rosas, caramelos masticables, podría darle cualquier cosa pero usted puede elegir...
- mire señora gorda, no me toque los cojones, ¿es tan difícil darme un paquete de caramelos? y de paso
váyase usted a la mierda, ostia! oiga! que me de un paquete de caramelos...
- usted es un maleducado
- y usted una zorra
- señor, creo que se está pasando un poquito
- que me coma el culo,
pedazo guarra! y deme los caramelos
- salga inmediatamente de mi establecimiento
- su establecimiento apesta a sobaco resobao, gorda más que gorda, me cago en tós sus muertos
- VÁYASE DE AQUÍ O LLAMO A UN GUARDIA
- TOCAPELOTAS GORDA INFAME... le he dicho que me atienda, ¿acaso mi dinero no vale? GORDA DE MIERDA
.....
Dicho esto
Marcelino Champagnat sacó un bate de beisbol y partió en dos el mostrador de la pequeña tienda de chucherías.
.....
Casi al mismo tiempo (o no), a pocas manzanas de aquél lugar ocurría un incidente de características similares, un niño de 5 años forzaba a su madre a que le hiciera una
felación, un vendedor de cupones de la Once era colgado de un árbol a manos del párroco local, una ancianita propinaba
8 balazos a un policía de servicio...
¿Acaso los habitantes de esta ciudad estaban volviéndose locos?
Psicólogos de todo el mundo se desplazaron para estudiar estos extraños fenómenos, incluso químicos analistas intentaron dar con las posibles causas de tan raros comportamientos.
Marcelino Champagnat, ciudadano notable, antiguo alcalde del pueblo, parroquiano de a pié, orador reconocido de las tertulias del casino, ahora era un mercenario de mirada perdida y gatillo fácil.
La ciudad fue sitiada. Nadie podía entrar ni salir. La plebe enfurecida, a mando del Capitán
Calandraka, organizó un pequeño ejército partisano para combatir a los psicológos, científicos y políticos que dirigían el sitio preventivo.
La causa de todo el problema eran las moscas, sí, las moscas, esos insectos inmundos portadores de mierda e infecciones... alados guerreros de la inmundicia. Ellas, las asquerosas moscas, cagaban en las cabezas de todos. Sus excrementos, al descomponerse, destilaban una sustancia olorosa, la cual provocaba un cambio drástico de personalidad. Las moscas, cuidado con las moscas.......