El pasado martes 31 de mayo Yamaha organizó en Jaén el Yamaha Drums Show 2016, en el que se presentaron las novedades de la marca junto a un cartel de artistas nacionales bien completo.
Entre ellos figuraba Pedro Barceló, experimentado batería que ha tocado con artistas como Joaquín Sabina o Ketama. El equipo de Batacas estuvo allí y tuvimos la oportunidad de hacerle una entrevista.
Comenzaste de muy joven, ¿qué te llevó a elegir la batería como el instrumento que te acompañará toda la vida?
Pues estas cosas ocurren como los flechazos, ¿sabes como cuando conoces a una chica que te deja flipado para siempre? pues eso ocurre también con los instrumentos, no te enfrentas a todos los instrumentos que hay de la misma manera. En mi caso la primera vez que vi una batería me quedé flipado y hasta ahora; fue un flechazo. Yo creo que eso ocurre porque te gusta el instrumento, algo te atrae y tu quieres estar ahí detrás.
¿Cuáles son tus influencias principales?
Pues desde Ringo Starr a John Bonham; luego seguiríamos con baterías como Steve Gadd, Peter Erskine, Max Roach, Eddie John, Gene Krupa o Steve Jordan. Gene Krupa es fabuloso, es un tipo que he descubierto hace poco y me encanta. A veces vas atrás y otras vas adelante, pero lo importante es que las influencias sigan dentro, es como si absorbieras el espíritu del batería, no la forma. Hay gente que se dedica a copiar la forma, lo cual está muy bien porque aprendes cosas interesantes, pero lo que realmente vale la pena es escuchar la voz de cada músico, porque cada músico tiene su propia voz y eso te ayuda a encontrar la tuya, pero sin tener que copiar la forma; no es necesario. La influencia se queda como una energía que te llevas tú y que por algún lado sale, aunque no se parezca en forma.
Yo me siento identificado con Ringo Starr, Steve Gadd, Steve Jordan o Carlos Vega, me gusta cómo ellos entienden el espacio y el silencio. Son cosas que se quedan: el sonido, la manera de tratar la batería, cómo dejan que los demás toquen, es algo en lo que los demás no se fijan. Se fijan más en cómo llenan que en el espacio que dejan para los demás, eso es algo fundamental para tocar con gente. O por ejemplo Keith Moon, que tocaba con la melodía; es eso de dejarse llevar por la melodía para encontrar el fraseo.
¿Con la perspectiva de hoy consideras que ir a vivir a Madrid fue una buena decisión?
Yo vivía en un pueblo de la provincia de Alicante y luego fui a Alicante, estuve ahí desde los 15 años hasta los 17 más o menos, y luego ya me quedé en Madrid. El salto del pueblo a Alicante fue por estudios, y cuando me fui de Alicante a Madrid ya fue por motivos profesionales, me dedicaba a la música. Cuando llegué a Madrid, mi ilusión y aspiración era encontrar otros músicos, nuevas experiencias musicales evidentemente, acompañar a gente que yo creía que estaba en el panorama y me interesaba y conseguir aquellos sueños que tenía.
Las redes sociales y las nuevas tecnologías han acercado muchos músicos a la gente ¿Consideras que ir a la ciudad es necesario a día de hoy?
Siempre hay una manera, lo que pasa es que los tiempos cambian. En el 87 evidentemente no estaba el panorama como está ahora, cada década más o menos va cambiando y el mundo profesional también. Las redes sociales son una buena herramienta para darse a conocer a cualquier parte de tu país o del mundo, lo que ocurre es que hay otra realidad: hacer música con músicos y tocar cara a cara con los músicos. La energía que te genera el directo de estar arriba de un escenario con gente y vivir estas experiencias musicales son las que realmente te hacen madurar; tú puedes poner 40 millones de videos tocando mostrándote y haciendo cosas maravillosas, pero realmente cuando uno evoluciona y uno madura es cuando uno vive experiencias reales, que son estar en un escenario o un estudio.
Has trabajado con artistas de la talla de Joaquín Sabina o Ketama, ¿cuáles son los primeros trabajos profesionales que consideras que tienen más trascendencia en tu carrera?
Desde la primera vez hasta la última, todas te enseñan algo. No es tanto el nivel del artista, que por supuesto sí influye, es como tú te tomas el instrumento, la música, cuando te subes a un escenario y cómo lo sientes. La primera vez que subí a tocar tenía 10 años y me lo tomé tan en serio como la última. Pero es verdad que cuando tocas con artistas de la categoría de Sabina, que es un pedazo de tío —vamos, lo que es un artista realmente, con unas cualidades para comunicar y un carisma fuera de lo normal—, pues evidentemente cuando estás delante (en este caso, detrás) de él, pues sientes cosas que tocando en otros sitios no has sentido pero son todas igual de válidas. Ketama fue una experiencia muy grande, muy libre, en la década de los 90 en la cual se requería otro tipo de manera de tocar, de fusionar. Yo creo que todas las épocas te dan oportunidades de vivir experiencias reales y musicales.
¿Cuál es la anécdota más loca o más desaconsejable, lo que nunca le desearías a otro batería?
Lo pasé muy mal en el Palacio de Deportes tocando con Joaquín Sabina. Empezamos a tocar y se fueron los monitores, me quedé sin escuchar nada. Allí en el Palacio de Deportes, imagínate, con una reverb de 2 o 3 segundos. No sabía dónde estaba ni el 1 ni el 2 ni el 3 ni nada, lo único que podía hacer era mirar la pierna de Joaquín, golpeaba el suelo y pensé que ese sería el tiempo, entonces me fijé en su pierna y cuando volvieron los monitores estábamos bien, fue un milagro.
¿En qué consiste el método de aprendizaje Drums and Voice?
No es un método, es un juego, porque la palabra método me parece grande. Yo creo que es un juego que a mí me ha funcionado desde el primer día. Consiste simplemente que yo cada vez que me subo a la batería siempre me canto melodías, porque cuando empecé a tocar me aprendía la melodía de una canción y entonces tocaba el ritmo. Si yo quería tocar el ritmo recordaba la melodía, o sea que siempre ha habido una relación melodía-ritmo interna. Me ayudó muchísimo para entender el espacio, para entender el silencio. Entender cómo se puede frasear y crear tus propios stickings melódicamente, osea tú te cantas algo y automáticamente eres capaz de reproducirlo con las manos. Es un trabajo a la inversa. Gracias a que leí cosas que me interesaban sobre el cerebro, sobre cómo funciona ese órgano que tenemos ahí dónde se origina todo, me di cuenta de que efectivamente la melodía tiene un papel muy importante para que nuestra mente trabaje al 100%.
La parte creativa se trabaja en la melodía y el ritmo en la parte del cerebro, que es más analítico. Creo que ahora los baterías trabajan mucho en el lado técnico, pero el lado creativo y melódico está algo olvidado. Esto no significa que con Drums and Voice se pueda conseguir absolutamente todo, pero se puede convertir en una buena herramienta para complementar el trabajo técnico que hacemos cada día, esas horas dedicadas en tu estudio, en tu local, a repetir mecánicamente ciertos ejercicios, ciertas técnicas, si eso no lo llevas a un plano melódico se queda a medio camino y entonces el desarrollo se queda incompleto, es simplemente eso: cuando tocamos, tocamos desde el plano melódico aunque no lo sepamos.
¿Cual es tu impresión sobre la nueva Yamaha Junior Kit?
Es una batería muy útil; todos tenemos un set que nos imaginamos grandote para tocar en los escenarios y tal. Este set, primero porque es pequeño y muy manejable, se convierte en un segundo set fantástico, pero aparte por el tamaño y porque es muy fácil para llevar y viajar con él y transportarlo, es que suena efectivamente como si fuera un set grande, tiene unos graves impresionantes. Además, la madera de abedul tiene una proyección y un tono mejor que la otra; siendo bueno el modelo antiguo, este lo ha superado. Y aparte la configuración añade un tom de 12 que lo hace muchísimo más amplio, puedes trabajar con los 3, con el de 12 y el de 13, con el 10 y el 13, puedes hacer diferentes configuraciones y resulta bastante completa.
¿Tienes algún proyecto a corto y/o largo plazo?
Ahora mismo estoy con Laura Pamplona, mi compañera, y estamos muy metidos con Sweet Wasabi, que es un proyecto mío y de ella, que lo formamos curiosamente una cantante (aunque ella es actriz) y un batería, o sea que es drums and voice —más no puede ser—. Siempre hemos trabajado con músicos, pero ahora lo queremos hacer los dos solos. Tenemos que usar elementos electrónicos con los que estoy ahora un poco verde, pero poco a poco los iremos integrando, porque Laura también empieza a trabajar con loops. La idea es llevarlo a cabo los dos solos, tal cual, batería y voz. Nos encantaría y en eso estamos.
¿Algún consejo para los que están empezando?
Que escuchen Drums and Voice, que seguro que les va a ayudar mucho (risas). Porque de verdad, es una cosa super sencilla y que puede liberarte de toda esa losa técnica que tenemos pero que no sabemos cómo usarla, y se convierte en un limitador de nuestra manera de expresar la música, de ser originales, de encontrar un lenguaje.
Enlace de interés | Web oficial de Pedro Barceló
Entre ellos figuraba Pedro Barceló, experimentado batería que ha tocado con artistas como Joaquín Sabina o Ketama. El equipo de Batacas estuvo allí y tuvimos la oportunidad de hacerle una entrevista.
Comenzaste de muy joven, ¿qué te llevó a elegir la batería como el instrumento que te acompañará toda la vida?
Pues estas cosas ocurren como los flechazos, ¿sabes como cuando conoces a una chica que te deja flipado para siempre? pues eso ocurre también con los instrumentos, no te enfrentas a todos los instrumentos que hay de la misma manera. En mi caso la primera vez que vi una batería me quedé flipado y hasta ahora; fue un flechazo. Yo creo que eso ocurre porque te gusta el instrumento, algo te atrae y tu quieres estar ahí detrás.
¿Cuáles son tus influencias principales?
Pues desde Ringo Starr a John Bonham; luego seguiríamos con baterías como Steve Gadd, Peter Erskine, Max Roach, Eddie John, Gene Krupa o Steve Jordan. Gene Krupa es fabuloso, es un tipo que he descubierto hace poco y me encanta. A veces vas atrás y otras vas adelante, pero lo importante es que las influencias sigan dentro, es como si absorbieras el espíritu del batería, no la forma. Hay gente que se dedica a copiar la forma, lo cual está muy bien porque aprendes cosas interesantes, pero lo que realmente vale la pena es escuchar la voz de cada músico, porque cada músico tiene su propia voz y eso te ayuda a encontrar la tuya, pero sin tener que copiar la forma; no es necesario. La influencia se queda como una energía que te llevas tú y que por algún lado sale, aunque no se parezca en forma.
Yo me siento identificado con Ringo Starr, Steve Gadd, Steve Jordan o Carlos Vega, me gusta cómo ellos entienden el espacio y el silencio. Son cosas que se quedan: el sonido, la manera de tratar la batería, cómo dejan que los demás toquen, es algo en lo que los demás no se fijan. Se fijan más en cómo llenan que en el espacio que dejan para los demás, eso es algo fundamental para tocar con gente. O por ejemplo Keith Moon, que tocaba con la melodía; es eso de dejarse llevar por la melodía para encontrar el fraseo.
¿Con la perspectiva de hoy consideras que ir a vivir a Madrid fue una buena decisión?
Yo vivía en un pueblo de la provincia de Alicante y luego fui a Alicante, estuve ahí desde los 15 años hasta los 17 más o menos, y luego ya me quedé en Madrid. El salto del pueblo a Alicante fue por estudios, y cuando me fui de Alicante a Madrid ya fue por motivos profesionales, me dedicaba a la música. Cuando llegué a Madrid, mi ilusión y aspiración era encontrar otros músicos, nuevas experiencias musicales evidentemente, acompañar a gente que yo creía que estaba en el panorama y me interesaba y conseguir aquellos sueños que tenía.
Las redes sociales y las nuevas tecnologías han acercado muchos músicos a la gente ¿Consideras que ir a la ciudad es necesario a día de hoy?
Siempre hay una manera, lo que pasa es que los tiempos cambian. En el 87 evidentemente no estaba el panorama como está ahora, cada década más o menos va cambiando y el mundo profesional también. Las redes sociales son una buena herramienta para darse a conocer a cualquier parte de tu país o del mundo, lo que ocurre es que hay otra realidad: hacer música con músicos y tocar cara a cara con los músicos. La energía que te genera el directo de estar arriba de un escenario con gente y vivir estas experiencias musicales son las que realmente te hacen madurar; tú puedes poner 40 millones de videos tocando mostrándote y haciendo cosas maravillosas, pero realmente cuando uno evoluciona y uno madura es cuando uno vive experiencias reales, que son estar en un escenario o un estudio.
Has trabajado con artistas de la talla de Joaquín Sabina o Ketama, ¿cuáles son los primeros trabajos profesionales que consideras que tienen más trascendencia en tu carrera?
Desde la primera vez hasta la última, todas te enseñan algo. No es tanto el nivel del artista, que por supuesto sí influye, es como tú te tomas el instrumento, la música, cuando te subes a un escenario y cómo lo sientes. La primera vez que subí a tocar tenía 10 años y me lo tomé tan en serio como la última. Pero es verdad que cuando tocas con artistas de la categoría de Sabina, que es un pedazo de tío —vamos, lo que es un artista realmente, con unas cualidades para comunicar y un carisma fuera de lo normal—, pues evidentemente cuando estás delante (en este caso, detrás) de él, pues sientes cosas que tocando en otros sitios no has sentido pero son todas igual de válidas. Ketama fue una experiencia muy grande, muy libre, en la década de los 90 en la cual se requería otro tipo de manera de tocar, de fusionar. Yo creo que todas las épocas te dan oportunidades de vivir experiencias reales y musicales.
¿Cuál es la anécdota más loca o más desaconsejable, lo que nunca le desearías a otro batería?
Lo pasé muy mal en el Palacio de Deportes tocando con Joaquín Sabina. Empezamos a tocar y se fueron los monitores, me quedé sin escuchar nada. Allí en el Palacio de Deportes, imagínate, con una reverb de 2 o 3 segundos. No sabía dónde estaba ni el 1 ni el 2 ni el 3 ni nada, lo único que podía hacer era mirar la pierna de Joaquín, golpeaba el suelo y pensé que ese sería el tiempo, entonces me fijé en su pierna y cuando volvieron los monitores estábamos bien, fue un milagro.
¿En qué consiste el método de aprendizaje Drums and Voice?
No es un método, es un juego, porque la palabra método me parece grande. Yo creo que es un juego que a mí me ha funcionado desde el primer día. Consiste simplemente que yo cada vez que me subo a la batería siempre me canto melodías, porque cuando empecé a tocar me aprendía la melodía de una canción y entonces tocaba el ritmo. Si yo quería tocar el ritmo recordaba la melodía, o sea que siempre ha habido una relación melodía-ritmo interna. Me ayudó muchísimo para entender el espacio, para entender el silencio. Entender cómo se puede frasear y crear tus propios stickings melódicamente, osea tú te cantas algo y automáticamente eres capaz de reproducirlo con las manos. Es un trabajo a la inversa. Gracias a que leí cosas que me interesaban sobre el cerebro, sobre cómo funciona ese órgano que tenemos ahí dónde se origina todo, me di cuenta de que efectivamente la melodía tiene un papel muy importante para que nuestra mente trabaje al 100%.
La parte creativa se trabaja en la melodía y el ritmo en la parte del cerebro, que es más analítico. Creo que ahora los baterías trabajan mucho en el lado técnico, pero el lado creativo y melódico está algo olvidado. Esto no significa que con Drums and Voice se pueda conseguir absolutamente todo, pero se puede convertir en una buena herramienta para complementar el trabajo técnico que hacemos cada día, esas horas dedicadas en tu estudio, en tu local, a repetir mecánicamente ciertos ejercicios, ciertas técnicas, si eso no lo llevas a un plano melódico se queda a medio camino y entonces el desarrollo se queda incompleto, es simplemente eso: cuando tocamos, tocamos desde el plano melódico aunque no lo sepamos.
¿Cual es tu impresión sobre la nueva Yamaha Junior Kit?
Es una batería muy útil; todos tenemos un set que nos imaginamos grandote para tocar en los escenarios y tal. Este set, primero porque es pequeño y muy manejable, se convierte en un segundo set fantástico, pero aparte por el tamaño y porque es muy fácil para llevar y viajar con él y transportarlo, es que suena efectivamente como si fuera un set grande, tiene unos graves impresionantes. Además, la madera de abedul tiene una proyección y un tono mejor que la otra; siendo bueno el modelo antiguo, este lo ha superado. Y aparte la configuración añade un tom de 12 que lo hace muchísimo más amplio, puedes trabajar con los 3, con el de 12 y el de 13, con el 10 y el 13, puedes hacer diferentes configuraciones y resulta bastante completa.
¿Tienes algún proyecto a corto y/o largo plazo?
Ahora mismo estoy con Laura Pamplona, mi compañera, y estamos muy metidos con Sweet Wasabi, que es un proyecto mío y de ella, que lo formamos curiosamente una cantante (aunque ella es actriz) y un batería, o sea que es drums and voice —más no puede ser—. Siempre hemos trabajado con músicos, pero ahora lo queremos hacer los dos solos. Tenemos que usar elementos electrónicos con los que estoy ahora un poco verde, pero poco a poco los iremos integrando, porque Laura también empieza a trabajar con loops. La idea es llevarlo a cabo los dos solos, tal cual, batería y voz. Nos encantaría y en eso estamos.
¿Algún consejo para los que están empezando?
Que escuchen Drums and Voice, que seguro que les va a ayudar mucho (risas). Porque de verdad, es una cosa super sencilla y que puede liberarte de toda esa losa técnica que tenemos pero que no sabemos cómo usarla, y se convierte en un limitador de nuestra manera de expresar la música, de ser originales, de encontrar un lenguaje.
Enlace de interés | Web oficial de Pedro Barceló
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