Tengo una teoría, probablemente infantil y equivocada, que dice que los que fuimos niños durante los 70's tenemos un trauma, como si nos hubiéramos dado un gran golpe en la cabeza y eso nos hubiera trastornado y condicionado todo el pensamiento posterior. Resulta que en esa época, justo antes de la aparición del vídeo, la mayoría de los padres llevaron a sus hijos al cine a ver "La guerra de las galaxias", y eso lo cambió todo. Algo quedó impregnado en el fondo de nuestra mente, como una impronta indeleble. No tengo una manera mejor de explicarlo, pero lo que intento decir es que a partir de esa excursión al cine, toda una generación adquirió la sensación de que todo era posible. No había la menor duda para aquellos niños: en el siglo XXI, cuando nosotros fuéramos mayores, muchas tonterías que detectábamos en el mundo de los adultos se acabarían, y no sólo eso: los coches volarían, habría bases en la Luna y por supuesto la paz reinaría en el mundo.
Muchos años después, nada de eso se ha hecho realidad, por supuesto, y algunas de esas cosas sencillamente han empeorado mucho. Seguro que los que ya tenéis una edad lo habéis hablado con vuestros amigos y compañeros de generación: esto, todo esto, es una gran estafa. Alguien, en algún momento, nos vendió una moto estropeada y nosotros la compramos creyendo que la moto volaría... Y eso sin mencionar estos bonitos últimos tiempos.
¿A dónde voy con todo esto? Steve Jobs es una de las pocas, poquísimas personas de entre nuestros mayores, que mantuvo su promesa hasta el final. Si los Steve Jobs de este mundo se hubieran mantenido firmes en sus propósitos durante el desarrollo de la verdadera modernidad tecnológica -quiero decir la era de la eletrónica, la informática, etc.-, ahora mismo los coches volarían, consumirían agua, habría hoteles en la Luna y excursiones a Júpiter. Estaríamos rodeados de mascotas r2-d2 y los ricos, los verdaderos ricos como él harían lo mismo que él: dejarse de gilipolleces e ir a trabajar en jeans o pantalón corto y exigirse y exigir a los demás la excelencia y el bien.
Steve Jobs no inventó nada. Steve Jobs lo utilizó todo, lo transformó todo, le puso el toque que faltaba. La palabra "no" no existía. Él quería sólo un botón. Los ingenieros dijeron que era imposible. Al final, hubo un botón y nada más. Él quería un portátil sin ventiladores. Los ingenieros dijeron que era imposible. Al final, nada de ventiladores. Él quería que sólo hubiera una pantalla plana grande y un teclado del siglo XXV, y eso tuvimos. La lista es larga, podéis seguir indagando...
Pero si algo tuvo Jobs es esa cosa llamada Fe. Fe en sí mismo, Fe en lo posible. Fe en levantarse tras caer. He leído en muchos sitios, también aquí, que era como un Rey Midas, que todo le salió bien. Error, gran error. Steve Jobs no cesó nunca de probar y fracasar. Pero sobre todo no dejó de levantarse de nuevo. Y eso es lo que le hizo grande no una, sino un montón de veces. Y no dudó jamás en hacer lo que hiciera falta, como cuando, con Apple al borde del precipicio se fue a hablar con Bill Gates y a pedirle ayuda, tras lo cual Microsoft compró una parte importante de Apple (en aquel momento algo simplemente impensable) y salvó a la compañía de su enemigo más íntimo.
Ya sabéis cómo me cabrea que la gente diga cosas que sólo son tópicos y repeticiones estilo loro de lo que han oído por la tele. La peña o es idiota o no tiene memoria: a Jobs le echó de Apple la misma persona que él mismo contrató personalmente y a quien le dio toda su confianza. Para contratarle, le dijo: "¿quieres hacer bebidas con gas toda tu vida o quieres cambiar el mundo?". Así las gastaba el amigo Steve. Cuando regresó a Apple, no hubo piedad, faltaría más.
La resurrección de Apple sucedió cuando Jobs se empeñó en sacar los iMac, esos originales ordenadores-caramelo de distintos colores, con su monitor abombado y sus teclados y ratones chic. Eso mantuvo la nave a flote y volvieron los beneficios. Jobs estaba muy al tanto de lo que sucedía en el mundo de la música y no paró hasta reinventar el walkman sacando el iPod y montando iTunes. Luego vinieron los Macbooks atómicos, nunca se había visto nada igual, y los ordenadores de sobremesa que no traían torre, todo cabía en una gran pantalla plana. Apple se subió a su propia ola elevándose por encima de todos y dio el golpe definitivo, sacando el iPhone, genial creación personal de Jobs. El iPad no es más que el más-lejos-todavía, le queda mucho recorrido y ya veremos en qué acaba, pues es un dispositivo que nadie esperaba.
Supongo que, llegado el momento, Jobs supo que se acercaba el final. Pero aún tuvo tiempo de presenciar, tres días antes de anunciar su retirada, de su triunfo frente al todopoderoso PC: Hewlett Packard, el mayor y principal fabricante de PC's, informaba hace menos de un mes que dejaba de producirlos. Apple vende ahora más ordenadores que nunca, portátiles y sobremesa. Steve Jobs debió sentirse como el David que conquista la gloria frente a Goliath.
Si queremos sacar algo de la historia de Steve Jobs, no debemos dejarnos deslumbrar por sus triunfos. Lo importante es el camino. Fracasó en diversas ocasiones, sobre todo cuando fue despedido de forma humillante de su propia compañía, Apple, y cuando fracasó con su arriesgado proyecto NeXT, demasiado avanzado y poco realista.
Pensad en algo: cuando salió de Apple, ya era un hombre muy rico. Más aún, a sus cuarenta años ya era una jodida leyenda. ¿Para qué preocuparse, para qué arriesgarse, para qué meterse en un nuevo berenjenal? Steve Jobs no se metió en un berenjenal, se metió en dos: NeXT y Pixar. Es la demostración palpable de que uno debe perseguir sus sueños, no importa lo locos que parezcan. Yo recuerdo cuando Apple estaba hundiéndose y Jobs volvió. Todos nos reímos mucho, que patético nos parecía. El tipo volvía con su ropa informal y sus formas de eterno inconformista soñador. Realmente nos dio bien a todos... ¿Vosotros creéis que alguien daba un duro? Cuando se supo que Microsoft compraría una parte de Apple para salvarla, todo cristo pensó que se la comería. Si alguien nos hubiera hablado de iPhones o pantallas táctiles de color blanco, de tiendas Apple abiertas 24 horas al día en NYC, nos habríamos meado de la risa. Ahora ya veis quién se ha meado en quién...
En su dvd, Thomas Lang nos dice que la única diferencia entre él y nosotros consiste en dos cosas: tiempo y esfuerzo. Conozco un tipo llamado Steve que convirtió una empresa de perdedores en la empresa más rica del planeta, no de informática sino de todos los sectores industriales del mundo. ¿Cómo lo hizo? Lo hizo con Fe, lo hizo mirando hacia adelante, lo hizo levantándose de nuevo tras fracasar, lo hizo sabiendo que tenía algo que tenía que sacar de su alma... ¿Qué más nos habría dado si los dioses le hubieran concedido, por ejemplo, treinta años más de vida?
Yo creo que los niños de los años setenta le debemos mucho a Steve Jobs. Le debemos infinito agadecimiento por hacer posible lo imposible, por ver el futuro y fabricarlo, por salvar todas las dificultades y por seguir de pie durante siete largos años dándonos las mayores ideas y obras de su vida sabiendo que ésta podía acabar en cualquier instante. No sé en qué momento olvidamos que nos habíamos propuesto fabricar coches que volaran a base de agua y hoteles en Saturno, pero hoy me siento muy pequeño y más pobre que ayer, a pesar de no haber comprado jamás un producto de Apple.
Cuando sea mayor -je-, a ver si quedamos unos cuantos y solucionamos el montonazo de cosas de mierda que tenemos alrededor. No jodamos, fabricar el iPad 3 tiene que ser mucho más difícil...
Muchos años después, nada de eso se ha hecho realidad, por supuesto, y algunas de esas cosas sencillamente han empeorado mucho. Seguro que los que ya tenéis una edad lo habéis hablado con vuestros amigos y compañeros de generación: esto, todo esto, es una gran estafa. Alguien, en algún momento, nos vendió una moto estropeada y nosotros la compramos creyendo que la moto volaría... Y eso sin mencionar estos bonitos últimos tiempos.
¿A dónde voy con todo esto? Steve Jobs es una de las pocas, poquísimas personas de entre nuestros mayores, que mantuvo su promesa hasta el final. Si los Steve Jobs de este mundo se hubieran mantenido firmes en sus propósitos durante el desarrollo de la verdadera modernidad tecnológica -quiero decir la era de la eletrónica, la informática, etc.-, ahora mismo los coches volarían, consumirían agua, habría hoteles en la Luna y excursiones a Júpiter. Estaríamos rodeados de mascotas r2-d2 y los ricos, los verdaderos ricos como él harían lo mismo que él: dejarse de gilipolleces e ir a trabajar en jeans o pantalón corto y exigirse y exigir a los demás la excelencia y el bien.
Steve Jobs no inventó nada. Steve Jobs lo utilizó todo, lo transformó todo, le puso el toque que faltaba. La palabra "no" no existía. Él quería sólo un botón. Los ingenieros dijeron que era imposible. Al final, hubo un botón y nada más. Él quería un portátil sin ventiladores. Los ingenieros dijeron que era imposible. Al final, nada de ventiladores. Él quería que sólo hubiera una pantalla plana grande y un teclado del siglo XXV, y eso tuvimos. La lista es larga, podéis seguir indagando...
Pero si algo tuvo Jobs es esa cosa llamada Fe. Fe en sí mismo, Fe en lo posible. Fe en levantarse tras caer. He leído en muchos sitios, también aquí, que era como un Rey Midas, que todo le salió bien. Error, gran error. Steve Jobs no cesó nunca de probar y fracasar. Pero sobre todo no dejó de levantarse de nuevo. Y eso es lo que le hizo grande no una, sino un montón de veces. Y no dudó jamás en hacer lo que hiciera falta, como cuando, con Apple al borde del precipicio se fue a hablar con Bill Gates y a pedirle ayuda, tras lo cual Microsoft compró una parte importante de Apple (en aquel momento algo simplemente impensable) y salvó a la compañía de su enemigo más íntimo.
Ya sabéis cómo me cabrea que la gente diga cosas que sólo son tópicos y repeticiones estilo loro de lo que han oído por la tele. La peña o es idiota o no tiene memoria: a Jobs le echó de Apple la misma persona que él mismo contrató personalmente y a quien le dio toda su confianza. Para contratarle, le dijo: "¿quieres hacer bebidas con gas toda tu vida o quieres cambiar el mundo?". Así las gastaba el amigo Steve. Cuando regresó a Apple, no hubo piedad, faltaría más.
La resurrección de Apple sucedió cuando Jobs se empeñó en sacar los iMac, esos originales ordenadores-caramelo de distintos colores, con su monitor abombado y sus teclados y ratones chic. Eso mantuvo la nave a flote y volvieron los beneficios. Jobs estaba muy al tanto de lo que sucedía en el mundo de la música y no paró hasta reinventar el walkman sacando el iPod y montando iTunes. Luego vinieron los Macbooks atómicos, nunca se había visto nada igual, y los ordenadores de sobremesa que no traían torre, todo cabía en una gran pantalla plana. Apple se subió a su propia ola elevándose por encima de todos y dio el golpe definitivo, sacando el iPhone, genial creación personal de Jobs. El iPad no es más que el más-lejos-todavía, le queda mucho recorrido y ya veremos en qué acaba, pues es un dispositivo que nadie esperaba.
Supongo que, llegado el momento, Jobs supo que se acercaba el final. Pero aún tuvo tiempo de presenciar, tres días antes de anunciar su retirada, de su triunfo frente al todopoderoso PC: Hewlett Packard, el mayor y principal fabricante de PC's, informaba hace menos de un mes que dejaba de producirlos. Apple vende ahora más ordenadores que nunca, portátiles y sobremesa. Steve Jobs debió sentirse como el David que conquista la gloria frente a Goliath.
Si queremos sacar algo de la historia de Steve Jobs, no debemos dejarnos deslumbrar por sus triunfos. Lo importante es el camino. Fracasó en diversas ocasiones, sobre todo cuando fue despedido de forma humillante de su propia compañía, Apple, y cuando fracasó con su arriesgado proyecto NeXT, demasiado avanzado y poco realista.
Pensad en algo: cuando salió de Apple, ya era un hombre muy rico. Más aún, a sus cuarenta años ya era una jodida leyenda. ¿Para qué preocuparse, para qué arriesgarse, para qué meterse en un nuevo berenjenal? Steve Jobs no se metió en un berenjenal, se metió en dos: NeXT y Pixar. Es la demostración palpable de que uno debe perseguir sus sueños, no importa lo locos que parezcan. Yo recuerdo cuando Apple estaba hundiéndose y Jobs volvió. Todos nos reímos mucho, que patético nos parecía. El tipo volvía con su ropa informal y sus formas de eterno inconformista soñador. Realmente nos dio bien a todos... ¿Vosotros creéis que alguien daba un duro? Cuando se supo que Microsoft compraría una parte de Apple para salvarla, todo cristo pensó que se la comería. Si alguien nos hubiera hablado de iPhones o pantallas táctiles de color blanco, de tiendas Apple abiertas 24 horas al día en NYC, nos habríamos meado de la risa. Ahora ya veis quién se ha meado en quién...
En su dvd, Thomas Lang nos dice que la única diferencia entre él y nosotros consiste en dos cosas: tiempo y esfuerzo. Conozco un tipo llamado Steve que convirtió una empresa de perdedores en la empresa más rica del planeta, no de informática sino de todos los sectores industriales del mundo. ¿Cómo lo hizo? Lo hizo con Fe, lo hizo mirando hacia adelante, lo hizo levantándose de nuevo tras fracasar, lo hizo sabiendo que tenía algo que tenía que sacar de su alma... ¿Qué más nos habría dado si los dioses le hubieran concedido, por ejemplo, treinta años más de vida?
Yo creo que los niños de los años setenta le debemos mucho a Steve Jobs. Le debemos infinito agadecimiento por hacer posible lo imposible, por ver el futuro y fabricarlo, por salvar todas las dificultades y por seguir de pie durante siete largos años dándonos las mayores ideas y obras de su vida sabiendo que ésta podía acabar en cualquier instante. No sé en qué momento olvidamos que nos habíamos propuesto fabricar coches que volaran a base de agua y hoteles en Saturno, pero hoy me siento muy pequeño y más pobre que ayer, a pesar de no haber comprado jamás un producto de Apple.
Cuando sea mayor -je-, a ver si quedamos unos cuantos y solucionamos el montonazo de cosas de mierda que tenemos alrededor. No jodamos, fabricar el iPad 3 tiene que ser mucho más difícil...