Pues fue este sábado pasado, después de casi un año y medio desde que empezara a quitarme una de esas espinas clavadas de mi vida que era aprender a tocar la batería, que ahora se ha convertido en mi principal juguete.
Y la ocasión bastante especial: unos voluntarios de la Cruz Roja en Ripollet nos dieron la oportunidad de tocar en un bar de esta localidad ante su grupo de personas con discapacidad psíquica. Menos para el bajista, para todos era la primera vez que actuábamos en público y los nervios estaban a flor de piel.
Posiblemente yo era el que estaba más nervioso de todos por dentro, pero por fuera hacía lo imposible por no demostrarlo: ya sabéis, tenemos que transmitir seguridad al grupo. Pero en cuanto empezamos a tocar los nervios y todo lo demás queda aparcado, sobre todo después de ver la reacción de nuestros "fans" que no pararon de animar y bailar durante todo el concierto. Ellos se lo pasaron en grande y eso fue lo mejor...¡hasta firmé autógrafos al final!
Así que no importaron algunos errores lógicos, imprecisiones varias y una sonorización imperfecta que hacía que apenas se oyera el bombo. Son cosas de las que he tomado nota para próximas actuaciones. Queda la satisfacción de un día inolvidable, el mono por volver a tocar y el agradecimiento a todos aquellos que me han ayudado y apoyado en mi historia con este instrumento, entre los cuales por supuesto estáis todos vosotros.
Y la ocasión bastante especial: unos voluntarios de la Cruz Roja en Ripollet nos dieron la oportunidad de tocar en un bar de esta localidad ante su grupo de personas con discapacidad psíquica. Menos para el bajista, para todos era la primera vez que actuábamos en público y los nervios estaban a flor de piel.
Posiblemente yo era el que estaba más nervioso de todos por dentro, pero por fuera hacía lo imposible por no demostrarlo: ya sabéis, tenemos que transmitir seguridad al grupo. Pero en cuanto empezamos a tocar los nervios y todo lo demás queda aparcado, sobre todo después de ver la reacción de nuestros "fans" que no pararon de animar y bailar durante todo el concierto. Ellos se lo pasaron en grande y eso fue lo mejor...¡hasta firmé autógrafos al final!
Así que no importaron algunos errores lógicos, imprecisiones varias y una sonorización imperfecta que hacía que apenas se oyera el bombo. Son cosas de las que he tomado nota para próximas actuaciones. Queda la satisfacción de un día inolvidable, el mono por volver a tocar y el agradecimiento a todos aquellos que me han ayudado y apoyado en mi historia con este instrumento, entre los cuales por supuesto estáis todos vosotros.


